JAVIER MARTÍNEZ STAINES - Crème brûlée



*** Muy amable, Javier. :)

Para mí es un honor y un placer poder mostrar a mis lectores un texto
que considero toda una delicatessen y un placer para los sentidos.
He paladeado cada uno de sus renglones. Lo extraño es que, en vez
de saciar mi apetito con su lectura, ¡se me ha abierto!  :P

Espero haber acertado con la imagen y sea ésta de tu agrado.

Muchos besos.

Pd.: ¿sabes? ¡Me encanta la originalidad con la que te defines! ^_^










     Primera cucharada. Las miradas se encuentran. ¿Por dónde comenzar? Este momento siempre es difícil, porque no sé si quebrar la costra de caramelo con un solo golpe de cuchara o hacerlo poco a poquito. Alrededor, todo es silencio, porque elegimos un espacio donde sólo tú y yo somos los comensales: es un banquete privado. En sintonía con tus pupilas, entiendo la frase de “cuando los ojos sonríen”, porque en esos ojos oscuros, brillantes, intensos, parlanchines, resalta un homenaje sincero a la vida. No hay manera de eludirlos, menos cuando en ellos me retrato, auténtico y feliz. Ya era hora, me digo. Han sido muchas vidas de búsqueda. Y aquí estás, justo frente a mi. Te pruebo y me compruebo que sólo existes tú.

     Segunda cucharada. Mis labios se acercan a los tuyos, apenas dibujados en un rostro de trazos exactos y armónicos. ¿Te había dicho que tu cara se ilumina de mil colores cuando esbozas una sonrisa? Sí, me liberaste con tu luz cuando estaba atrapado en los pasillos oscuros, de paseo por el vacío. En un beso, nuestras historias se abrazan y abrasan, se funden y confunden, se conocen y reconocen. Mi lengua se enreda con tu lengua y el sagrado rito de iniciación de salivas revueltas convulsiona mi cuerpo. La hoguera ha sido encendida. Sí, elegí quebrar el caramelo de un solo golpe, para que no queden dudas de la dimensión del deseo.

     Tercera cucharada. Me estás perturbando. Mis manos viajan por tus hombros, tu cuello, tu cara, tu pelo, a la misma velocidad que la adrenalina por mi cuerpo. Las tuyas recorren mi pecho, mi espalda, mi nuca. Nuestras bocas no quieren separarse nunca más. En la eternidad de un beso se desatan mil y una caricias para reconocer el terreno, tan nunca y tan siempre explorado, como el sabor de esa crema francesa que seduce desde el plato. Me rindo, intenté eludir varias veces tu cuerpo magnético y apenas ahora comprendo por qué era inevitable.

     Cuarta cucharada. Te siento cerca. Tu pecho y el mío, sellados, se intercambian los latidos: por fin dejamos atrás los miedos inútiles y abrimos las puertas de la pasión, aprisionada  en la cotidianidad de esas reglas absurdas que no están escritas en ningún lado, pero que ambos seguimos con disciplina inquebrantable. En su viaje por los cuerpos, nuestras manos se encuentran y se aprietan con la alegría de saberse juntas. No hay marcha atrás. Una vez que pruebas la vainilla natural, no hay forma de volver a los sabores artificiales.

     Quinta cucharada. Tus sabores, aromas y texturas subrayan la línea del deseo, inevitablemente cruzada, al tiempo que el bocado de leche, caliente y dulce, pasea por mi boca. No importa cuán torpes son los movimientos: construimos, piedra a piedra, el templo de la pasión que nació sin que nos diéramos cuenta siquiera. Desabotono tu camisa, y mis manos por fin se deslizan por tu piel. Me detengo para contemplarte. Eres arco iris, océano, continente, nube, lluvia, cielo, constelación.

     Sexta cucharada. Nos tocamos. Al descubrirnos, nos reconocemos. Tus manos, mis manos, en ebullición, ya no se detienen, y untan de crème brûlée el cuerpo del otro. Temblamos. Sudamos. Ambos imaginamos lo que se aproxima. Si cruzamos la frontera, ya no podremos volver al pasado, lo sabemos. Revolución. Reconstrucción. Liberación. Me pregunto cuándo fue la primera vez que te miré de otra manera, cómo fue que una mañana, simplemente, amaneciste tatuada en mi alma. Sí, existes.

     Séptima cucharada. Desnudos, nos miramos. Tu boca me recorre, de norte a sur, de este a oeste, cruza ecuadores y trópicos, y hace pausas, breves, largas, en los destinos que tú eliges, mientras tu lengua absorbe los restos del postre en mi cuerpo. Tus labios aprisionan mi sexo, y el caos se transforma en armonía: el calor de tu boca me humedece por dentro, mientras subes y bajas en un silencio que no quiero que se rompa jamás. Tus dedos me estremecen.

     Octava cucharada. Es mi turno. Elijo el recorrido lento por valles, cordilleras, bosques y manantiales. Muerdo los dedos de tu pie, reflexiono en tu rodilla, me distraigo en tus codos, nado en tu ombligo y bebo la crema, derretida ya en el calor de tu piel. Pero es en tu entrepierna, embriagado de aromas y sabores, donde me estaciono. Tus gemidos son una sinfonía que han cambiado el sentido de la música para siempre. Mis dedos te estremecen.

     Novena cucharada. Te penetro. Ingreso al circuito del placer que no admite pausas. Me montas y me utilizas para darte placer. Te monto y te utilizo para darme placer. Equilibramos fuerzas y vamos juntos hacia la última estación, justo donde la salida es la llegada y el encuentro se transforma en la eternidad de la plenitud. Big Bang. Aún con el plato vacío enfrente, me queda claro que hay instantes, sí, que perduran para siempre.

     Décima cucharada. Si Dios creó el mundo en siete días, yo lo reinventé en diez cucharadas. Quiero otra crème brûlée.





Javier Martínez Staines (WebTwitter - Google +), "Crème brûlée", en: VVAA, 10 Cuentos eróticos. Suplemento al nº 108 de Quo. Año 2004.



 Las llaves sagradas de Kurustán





     Kurustán es uno de los sitios más hermosos que puedan recordarse en Toril, el planeta más azul del universo. Pero en ese apacible reino ha ocurrido una desgracia de grandes proporciones: unos seres malignos han robado las Llaves de la Historia y el Destino de su recinto sagrado. Por cada día que las llaves no están resguardadas, Kurustán perder 10 años de memoria y 10 años de porvenir. Al mismo tiempo, la princesa Galia de Angia ha sido secuestrada.
     Este libro narra el peligroso viaje, pleno de aventuras, que debe emprender el príncipe Abis, junto con un selecto grupo de guerreros kurus, para recuperar la historia y el destino de su reino, así como rescatar a la bella Galia. Con la sola ayuda de un mapa, la inspiración de sus ancestros, la fe en sus dioses y la trascendencia de su misión, tendrán que enfrentar a las numerosas fuerzas de la oscuridad mientras recorren sitios inhóspitos, en los que encontrarán peligros constantes.
     Narrado con sencillez por el autor, y enriquecido por bellas ilustraciones y mapas, Las Llaves Sagradas de Kurustán es una invitación a mirar a lo grande, como hacen los niños, para descubrir mundos fantásticos que habitan dentro de nosotros. Es, asimismo, un recordatorio de que los humanos debemos vivir las odiseas necesarias con el fin de construir una gran comunidad pacífica, próspera, justa y armónica. Hay que empezar por imaginarlo para volverlo real.

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Stairway to Heaven



"Rebelde, indómita y soñadora.
Libre de espíritu y guerrera por naturaleza.
Etérea e impulsiva como el viento..."


*** Éste es el video que he elegido para ti, MORGANA:





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My Valentine ✿ܓ



*** Driver,  a ti no te he dedicado nunca una canción así que he
pensado que ya va siendo hora. Espero que te guste la música
que he escogido (Paul McCartney).
Va en doblete y con traducción a mi manera. :P

Ya verás cómo algún día se cumple lo que dice la letra. :)

Besitosssss.



NATALIE PORTMAN:



JOHNNY DEEP:





MI Traducción-Interpretación (+ ó -):


¿Y qué si llovía?
Nos daba igual.
Ella dijo que algún día no muy lejano
el sol iba a brillar.
Y estaba en lo cierto.
Este amor mío...
Mi amada...

Mientras los días y las noches
pasaban de largo,
me decía a mí mismo
que estaba esperando una señal.
Entonces apareció ella:
un amor tan maravilloso...
Mi amada...

Y la amaré toda la vida,
y no dejaré pasar un solo día
sin recordar las razones
que ella me da asegurándome
que puedo volar.


Y así lo haré
sin preocuparme.
Sé que algún día no muy lejano
el sol brillará
y ella estará allí.
Este amor mío...
Mi amada...


¿Y qué si llovía?
Nos daba igual.
Ella dijo que algún día no muy lejano
el sol iba a brillar.
Y estaba en lo cierto.
Este amor mío...
Mi amada...

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Oops Sorry





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A ti, que te has convertido en mi droga...



Tu presencia me enamora,
tu olor me seduce e hipnotiza.
Disfruto tocándote,
me estremezco descubriéndote.
Atrapas mi mente,
la excitas.
Me haces sentir,
y soñar,
y gozar,
y volar...


Dame todo lo que guardas dentro.
De principio a fin.
Lo necesito.
TE NECESITO.
Irremediablemente.


FIRMADO: quien no puede dejar de leerte.





FELIZ DÍA DEL LIBRO!!!


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Más y Más



*** Para ti, guille. La canción. Sólo la canción. Quién sabe!!! Si me la cantas muchas veces, a lo mejor algún día..........

Te permito.........

Que me llames "ele".

^_^






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BERNARD LE BOVIER DE FONTENELLE






"Habitualmente la primera pregunta que se hace sobre una mujer a la que se desconoce por completo es ésta: ¿es hermosa?
La segunda: ¿tiene carácter?
Es raro que se plantee una tercera pregunta".




(Bernard Le Bovier de FONTENELLE, 1657-1757. Escritor y filósofo francés)



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Ven... Invádeme...



                Ven.
                Rompe mi desarmonía,
                hurga bajo mi esencia,
                tibia mis normas,
                tañe mis límites,
                alborota mis instintos.

                Invádeme.
                Cala mis poros,
                arrastra su herrumbre,
                hazte miel sobre mi piel
                que ya no es piel sino magma
                que hierve mientras te espera.




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Love Song for a Vampire



     Hoy hace cien años del fallecimiento de Abraham Stoker, novelista y escritor irlandés, conocido por su seudónimo, BRAM STOKER, y su novela Drácula (1897). En 1992 el director cinematográfico Francis Ford Coppola llevó a la gran pantalla una fiel adaptación de esta novela.
 






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My, My, My






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DOA: Dead Or Alive



***Me es imposible mostraros la escena elegida de otro modo. Podéis verla pinchando en el siguiente enlace:





Traducción de los diálogos:


CHRISTIE -¿Puedo ayudarle?
POLICÍA -Está usted detenida.


POLICÍA -Anoche alguien forzó la caja fuerte del hotel Pekín, en la que había dinero y diamantes. Un informante anónimo la señaló a usted.
CHRISTIE -Fue Max.
POLICÍA -Él dijo que fue usted.
CHRISTIE -Ha dicho que el informante era anónimo.
POLICÍA -Hábleme de los diamantes.
CHRISTIE -Bueno. Son los mejores amigos de una dama, están hechos de carbono, sometidos a altas presiones. Se suelen regalar en las bodas de oro... Y son para siempre.
POLICÍA -Muy bien. Quizás unas cuantas horas en una fría celda bajo la luz de los focos la vuelvan un poco más razonable.
CHRISTIE -¿Dejará que me vista antes?
POLICÍA -Está en su casa.


CHRISTIE -¿Le importaría acercarme el sujetador?

CHRISTIE -Abróchemelo.

CHRISTIE -¿Qué tal?


CONSERJE - Eh, oiga, su maleta!!!


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JOSEP MARÍA LÓPEZ PICÓ




"No es el amor lo que nos pierde
sino la manera de hacerlo"


(Josep María LÓPEZ PICÓ, 1886-1959. Poeta, prosista eventual, intelectual barcelonés y editor)






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媽媽好 - Ma Ma Hao



Hace siete años, un mes y unos días me pusieron en brazos a una preciosa niña. Después de mirarme fíjamente a la cara, puso su manita en mi mejilla y seguidamente me adoptó. ^_^
Hoy esa niña, orgullo de su mami, se ha hecho un año mayor.

Felicidades, hija!!!

Para ti, la canción que te he cantado desde que nos encontramos.

TE QUIERO!!!!!!!!!! ❤





Enlace directo: http://www.youtube.com/watch?v=e7ethcaCEG4&feature=player_embedded


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¡f ¥ѳū ߀|¡€v€








MI Traducción-Interpretación (+ ó -):


Ya sé que no es un juego.
Tus ojos no muestran miedo.
Me quemo por dentro y anhelo ser
el hombre que sienta tu cuerpo cerca
y está aquí para liberarte,
para tenerte cerca y satisfacer tus necesidades.
Te estremeces cuando toco tu cuello
y cierras tus ojos lentamente.
Aunque lo intente, no puedo resistirme a ti.
Los dos nos entregamos al contacto
cuando yacemos uno al lado del otro
y todo lo de nuestro alrededor desaparece.

(Estribillo)
Si crees en el amor, esta noche
te lo voy a demostrar una vez más.
Si crees, entonces confiésalo.
No te preocupes, no hay ninguna duda.
si crees, si crees,
si crees, confiésalo.

Al pasar tus dedos por mi pelo
tus labios se acercan a los míos.
La tensión me resulta insoportable.
Entonces me rodeas con tus brazos
y siento todos tus movimientos.
Esta sensación podría llevarnos ya a cualquier parte.
Ahora nos olvidamos del mundo,
compartimos juntos este momento,
solos tú y yo, como debe ser.
Nunca te he querido tanto.
Siento todo tu aliento
mientras me susurras suavemente al oído.

(Estribillo)


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FÉLIX MARÍA SAMANIEGO - El reconocimiento







                             Una abadesa, en Córdoba, ignoraba
                             que en su convento introducido estaba
                             bajo el velo sagrado
                             un mancebo, de monja disfrazado;
                             que, el tunante, dormía,
                             para estar más caliente,
                             cada noche con monja diferente,
                             y que ellas lo callaban
                             porque a todas sus fiestas agradaban,
                             de modo que era el gallo
                             de aquel santo y purísimo serrallo¹.
                             Las cosas más ocultas
                             mil veces las descubren las resultas
                             y esto acaeció con las cuitadas monjas,
                             porque, perdiendo el uso sus esponjas,
                             se fueron opilando²
                             y de humor masculino el vientre hinchando.
                             Hizo reparo en ello por delante
                             su confesor, gilito³ penetrante,
                             por su grande experiencia en el asunto,
                             y, conociendo al punto
                             que estaban fecundadas
                             las esposas a Cristo consagradas,
                             mandó que a toda priesa
                             bajase al locutorio la abadesa.
                             Ésta acudió al mandato
                             por otra vieja monja conducida,
                             pues la vista perdida
                             tenía ya del flato,
                             y al verla, el reverendo,
                             con un tono tremendo,
                             la dijo: —¿Cómo así tan descuidada,
                             sor Telesfora, tiene abandonada
                             su tropa virginal? Pero mal dije,
                             pues ya ninguna tiene intacto el dije.
                            ¿No sabe que, en su daño,
                             hay obra de varón en su rebaño?
                             Las novicias, las monjas, las criadas….
                             ¿Lo diré? Sí: todas están preñadas.




                             —¡Miserere mei, Domine!, responde
                             sor Telesfora. ¿En dónde
                             estar podemos de parir seguras,
                             si no bastan clausuras?
                             Váyase, padre, luego,
                             que yo hallaré al autor de tan vil juego
                             entre las monjas. Voy a convocarlas
                             y con mi propio dedo a registrarlas.
                             El confesor marchóse;
                             subió sor Telesfora, y publicóse
                             al punto en el convento
                             de las monjas el reconocimiento.
                             Ellas, en tanto, buscan presurosas
                             al joven, y llorosas
                             el secreto le cuentan
                             y el temor que por él experimentan.
                             —¡Vaya! No hay que encogerse,
                             él dice. Todo puede componerse,
                             porque todas estáis de poco tiempo.
                             Yo me ataré un cordel en la pelleja
                             que cubre mi caudal cuando está flojo;
                             veréis que me la cojo
                             detrás, junto las piernas, y la vieja
                             cegata, estando atado a la cintura,
                             no puede tropezar con mi armadura.
                             Se adoptó el expediente,
                             se practicó, y las monjas le llevaron
                             al coro, donde hallaron
                             la abadesa impaciente
                             culpando la tardanza.
                             En fin, para esta danza
                             en dos filas las puso;
                             las gafas pone en uso
                             y, una vela tomando
                             encendida, las iba remangando.
                             Una por una, el dedo les metía
                             y después, no hay engendro, repetía.
                             El mancebo miraba
                             lo que sor Telesfora destapaba,
                             y se le iba estirando
                             el bulto, y el torzal4 casi estallando;
                             de modo que tocándole la suerte
                             de ser reconocido,
                             dio un estirón tan fuerte
                             que el torzal consabido
                             se rompió y soltó al preso
                             al tiempo que lo espeso
                             del bosque la abadesa lo alumbraba;
                             y así, cuando para esto se bajaba,
                             en la nariz llevó tal latigazo
                             que al terrible porrazo
                             la vela, la abadesa y los anteojos
                             en el suelo quedaron por despojos.
                             —¡San Abundio me valga!,
                             ella exclamó. ¡Ninguna de aquí salga,
                             pues ya, bien a mi costa,
                             reconozco que hay moros en la costa!
                             Mientras la levantaron
                             al mancebo ocultaron
                             y en su lugar pusieron
                             otra monja, la falda remangada,
                             que, siendo preguntada
                             de con qué a la abadesa el golpe dieron,
                             le respondió: —Habrá sido
                             con mi abanico, que se me ha caído.
                             A que la vieja replicó furiosa:
                             —¡Mentira! ¡En otra cosa
                             podrán papilla darme,
                             pero no en el olfato han de engañarme,
                             que yo le olí muy bien cuando hizo el daño,
                             y era un dánosle hoy de buen tamaño!




Félix María Samaniego, El jardín de Venus. Madrid,1991. A-Z, Ediciones y Publicaciones, S. A. Edición y prólogo de Emilio Palacios Fernández.

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¹ Serrallo: lugar donde los mahometanos tienen a sus mujeres y concubinas. En general, cualquier sitio donde se comenten desórdenes obscenos.
² Opilando: de opilar. «Dejar de tener la hembra el flujo menstrual» (D.R.A.E.).
³ Gilito: franciscano del convento de San Gil (Madrid). Aquí, en sentido figurativo vale por redicho, con falsa cultura.
4 Torzal: cordoncillo delgado de seda que se emplea para bordar.

Così Tanto






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El retrato de Rose



Ayer se celebró otro centésimo aniversario, el de una de las mayores tragedias marítimas de la historia: el hundimiento del RMS Titanic, el 14 de abril de 1912.

Entre las películas que han descrito el suceso, la más notoria y exitosa ha sido hasta el momento la dirigida por James Cameron en 1997 bajo el mismo nombre del lujoso barco, "Titanic", cuya trama principal relata la relación de Jack Dawson y Rose DeWitt Bukater, dos jóvenes de diferentes clases sociales que se conocen y se enamoran a bordo del transatlántico.

Espero que os guste la escena que he escogido.


AVISO: youtube ha bloqueado el video que he subido, de modo que os pongo otro en el que aparece el corte de la película al que me refiero. Podéis verlo pinchando sobre la imagen inferior. La escena del retrato de Rose comienza en el minuto 7'17'' y termina en el 11'30'' (aproximadamente):









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Homenaje a ROBERT DOISNEAU (II): Un regard oblique ("Una mirada oblicua")




     Os muestro aquí una sucesión de fotografías que Robert Doisneau tomó a modo de experimento para un artículo de la revista Life publicado en 1948. Se trata de una serie de imágenes realizadas a viandantes anónimos que se detenían a observar los cuadros expuestos en el escaparate de la galería de arte Romi, situada en la rue Seine de París (Francia), donde uno de los lienzos mostraba el cuerpo desnudo de una mujer.

     Para obtener las imágenes sin que esas personas se dieran cuenta, Doisneau ocultó su cámara Rolleiflex sobre una silla que se encontraba en el interior de la galería. De ese modo pudo captar la dimensión que puede revestir la mirada en una cultura patriarcal y en una época en la que exponer desnudos femeninos era poco más que un acto pornográfico.





Un regard oblique ("Una mirada oblicua")
-1948-



(I)




(II)




(III)



(IV)



(V)



(VI)
 



(VII)



(VIII)



(IX)




(X)




(XI)


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Nothing Really Ends






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Homenaje a ROBERT DOISNEAU (I): Baisers ("Besos")




     Tal como nos recuerda el doodle de Google, hoy 14 de abril se celebra el aniversario del nacimiento del fotógrafo francés Robert Doisneau, hace ya 100 años. Os pongo a continuación su fotografía más conocida de la serie de imágenes que tomó por encargo para la revista America's Life sobre los enamorados de París, cuyo título es Le Baiser de l'Hôtel de Ville (en la wikipedia encontraréis la peculiar historia de esta foto). Seguidamente os muestro otras en las que los besos también son los protagonistas.




Le Baiser de l'Hôtel de Ville, Paris, 1950




Baiser aux poireaux. Le Bouquet de Jonquilles, Paris, 1950





Le Baiser Blottot, 1950






Le Baiser du Pont Neuf, 1950






Essayez Nos Pédalos, Chez Gégène, 1945



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Babylon






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HONORÉ DE BALZAC






"Es mucho más fácil quedar bien como amante que como marido; porque es mucho más fácil ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días"



(Honoré de Balzac, 1799-1850. Novelista francés)


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• Ai se eu te pego .•♪♫•*¨



Las tradiciones cambian... 





  Costaleros de Cristo Resucitado - Alhama de Murcia (MURCIA)
                               - SEMANA SANTA 2012 -





      Los Armaos, de El Bonillo - SEMANA SANTA 2012






COREOGRAFÍA DE LA CANCIÓN:






LETRA y mi TRADUCCIÓN-INTERPRETACIÓN (+ ó -):


Nossa, nossa -------------------------------- Tú, tú,
Assim você me mata ----------------------- eres lo que me mata.
Ai se eu te pego, ai ai se eu te pego ---- ¡Ay, si te pillo! ¡Ay, ay, si te pillo!*
Delícia, delícia -------------------------------- Placer, placer,
Assim você me mata ----------------------- eres lo que me mata.
Ai se eu te pego, ai ai se eu te pego ---- ¡Ay, si te pillo! ¡Ay, ay, si te pillo!*



Sábado na balada --------------------------- El sábado en la discoteca
A galera começou a dançar --------------- la multitud empezó a bailar
E passou a menina mais linda ------------ y pasó la chica más guapa.
Tomei coragem e comecei a falar ------- Me armé de valor y la empecé
                                                                 a hablar.




* He elegido el verbo pillar para darle un sentido picante a la letra, pues parece ser que se refiere a "atrapar con intención de follar".

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MERCEDES ABAD - Ligeros libertinajes sabáticos








     Todos los sábados la señora Johnson organizaba una fiesta deliciosa.
     Los amigos del señor y la señora Johnson acudían gustosos a las deliciosas fiestas que la señora Johnson organizaba todos los sábados.
     Entre los enemigos del señor y la señora Johnson se rumoreaba que las fiestas que la señora Johnson organizaba todos los sábados eran un tanto libertinas.
     La señora Johnson lo sabía y sonreía divertida.
     Las murmuraciones no impedían que la señora Johnson siguiera organizando sus deliciosas fiestas de los sábados.
     A las deliciosas fiestas de la señora Johnson acudían casi siempre los mismos invitados: los señores Ferguson, los señores Smith, los señores Robertson, los señores Adams y la viuda del señor Peterson, que en paz descanse. Todos los invitados que acudían regularmente a las deliciosas fiestas de la señora Johnson eran encantadores. El hecho de que el señor Peterson hubiera muerto no significa que no fuera un individuo encantador.
     Antes de estar muerto, el señor Peterson acudía a las deliciosas fiestas de la señora Johnson. Ahora que el señor Peterson había fallecido, la viuda del señor Peterson acudía a las fiestas de la señora Johnson acompañada de su canario.
     El canario llegaba a las fiestas de la señora Johnson en el interior del escote de la viuda Peterson, con el pico asomando entre los dos senos prominentes de la viuda Peterson y deleitando los oídos del resto de los invitados con la belleza yla armonía de sus trinos.
     La viuda Peterson aseguraba que su canario sólo cantaba cuando se hallaba en el interior de su escote. La viuda Peterson mentía y el resto de los invitados lo sabía.
     El hecho de que la viuda Peterson acudiera a las deliciosas fiestas de la señora Johnson en compañía de su canario se interpretaba como una señal de duelo y de respeto hacia el difunto señor Peterson.
     Se sabía que la viuda Peterson se había jurado no sustituir nunca al canario por ningún otro pájaro. Éste era el definitivo.
     Todos admiraban la abnegada fidelidad de la viuda Peterson. Desde que su esposo había muerto, no había cambiado ni una sola vez de canario.
     En las deliciosas fiestas de la señora Johnson, siempre se respetaban determinadas tradiciones: durante la cena, la señora Adams se colocaba junto a la viuda Peterson; la señora Ferguson y el señor Smith se sentaban côte à côte, frente al señor Ferguson, y las señoras Robertson y Smith se refugiaban en un extremo de la mesa y lo más lejos posible de sus respectivos cónyuges.
     Los hijos de los señores Johnson no participaban nunca en ninguna de las fiestas. Los hijos de los señores Johnson consideraban que las fiestas que su madre organizaba todos los sábados eran ligeramente aburridas. Los hijos de los señores Johnson preferían encerrarse en sus habitaciones. Los hijos de los señores Johnson jadeaban y gemían muy fuerte mientras se hallaban en sus habitaciones. Todo el mundo sabía lo que ocurría en las habitaciones de los hijos de los señores Johnson. Todos los invitados miraban compasivamente a los señores Johnson. Todos ellos sabían que los señores Johnson sólo toleraban lo que ocurría entre los hijos de los señores Johnson los sábados por la noche. Nunca entre semana. Los invitados comprendían perfectamente la actitud de los señores Johnson.
     Afortunadamente todos los hijos de los señores Johnson eran varones, y los señores Johnson no tenían que pensar en el problema de los anticonceptivos. Era un verdadero consuelo para los señores Johnson.
     Todos los sábados, después del primer plato, el señor Robertson se disculpaba azoradamente ante el resto de los invitados y se retiraba de la habitación. Pero no abandonaba la casa de los señores Johnson. Todos sabían lo que hacía el señor Robertson. Todos seguían comiendo y bebiendo.
     La despreocupación acerca de las actividades de los demás era otra de las tradiciones que se respetaban en las deliciosas fiestas que organizaba la señora Johnson. Si de vez en cuando se oía algún gemido procedente de las habitaciones de los hijos de los señores Johnson, todos los encantadores invitados de los señores Johnson se ponían a masticar ruidosamente hasta lograr que los gritos de placer pasaran inadvertidos.
     En las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaba la discreción. El tono de las conversaciones era amable, distendido, modélico.
     Durante el segundo plato, el señor Smith pasaba cinco minutos mirando fijamente y sin parpadear el encantador escote de la señora Ferguson. La señora Ferguson se sacaba una de las tetas del escote y le permitía al señor Smith que la acariciara durante otros cinco minutos exactos.






Luego la señora Ferguson miraba con actitud culpable hacia su esposo, pero el señor Ferguson estaba profundamente dormido sobre la mesa. Entonces la señora Ferguson se levantaba y, henchida de súbita pasión conyugal, se dirigía hacia su marido, lo besaba ardientemente en la boca, éste se despertaba, correspondía amablemente al beso de su esposa y la comida proseguía con toda normalidad.
     Pero durante el resto de la velada la señora Ferguson sufría enormemente porque su marido no era celoso. Todos los invitados compadecían a la señora Ferguson, menos el señor Smith. El señor Smith estaba seriamente resentido con la señora Ferguson porque ella no le permitía ir más allá de su teta derecha. Ni siquiera le había dejado ver la izquierda.
     La señora Johnson ofrecía todos los sábados una fiesta deliciosa. La señora Johnson era una estupenda cocinera. La deliciosa crema de café con frutos secos triturados y chocolate que la señora Robertson se empeñaba en comer en el interior de la vulva de la señora Smith era una de las especialidades de la señora Johnson.
     La señora Smith siempre consentía.
     La señora Robertson desaparecía bajo la mesa para comerse los postres. Nadie espiaba la expresión del rostro de la señora Smith mientras la señora Robertson se alimentaba en su coño.
     En las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaba la discreción. Pero todos los invitados sabían que a la señora Smith le encantaba lo que la señora Robertson hacía en su coño.
     Cuando la señora Robertson acababa su deliciosa ración de crema de café con frutos secos triturados y chocolate, volvía a sentarse en la mesa junto a la señora Smith y formulaba verbalmente su extrañeza ante la ausencia del señor Robertson.
     Todo el mundo sabía lo que estaba haciendo el señor Robertson, pero todos ellos fingían compartir la extrañeza de la señora Robertson.
     La señora Robertson proponía invariablemente que registraran la casa en busca del señor Robertson.
     Como en las deliciosas fiestas de la señora Johnson imperaban la solidaridad y el compañerismo cordial, todos se precipitaban a buscar al señor Robertson.
     El señor Robertson los esperaba ansiosamente.
     Todos lo sabían.
     Lo encontraban siempre en la sala de billar, intentando empujar las bolas con su polla. El señor Robertson tenía un falo de casi cuarenta centímetros de longitud. El señor Robertson sufría enormemente porque su esposa era lesbiana y amaba a la señora Smith. La señora Smith también sufría porque se sentía culpable.
     Al señor Robertson lo único que le gustaba realmente era exhibir su miembro y jugar con él al billar.
     Nadie se asombraba al contemplar el desmesurado miembro del señor Robertson. La única persona que parecía preocupada al ver la polla desnuda del señor Robertson era el señor Adams. El señor Adams se acercaba al señor Robertson, se sacaba su propio miembro de los pantalones, lo comparaba conel del señor Robertson y se echaba a llorar desconsoladamente.






     La señora Adams nunca estaba allí para calmarlo.
     Todo el mundo sabía donde estaba la señora Adams.
     Cuando decidían ir en su busca, daban unas cuantas vueltas infructuosas por la casa. El señor Adams lloraba cada vez más fuerte. Todos sabían que sólo la señora Adams podía consolarlo.
     Cuando hallaban a la señora Adams en el jardín, la viuda Peterson descubría que había perdido a su canario.Todos miraban hacia el escote de la viuda Peterson. El espacio que separaba los dos senos prominentes de la viuda Peterson ostentaba un doloroso vacío.
     Entonces todos los invitados oían un trino procedente del interior de la señora Adams y diez pares de ojos clavaban sus miradas en la señora Adams.
     La señora Adams se sacaba un canario del interior de su vulva, lo entregaba a su propietaria y corría arrepentida a consolar al señor Adams. El señor Adams aceptaba sus mimos. El señor Adams olvidaba la polla del señor Robertson.
     El señor Robertson olvidaba el tamaño de la suya, corría un tupido velo sobre la homosexualidad de su esposa, la abrazaba ardientemente y se despedía del resto de los invitados y del señor y la señora Johnson.
     Todos empezaban a olvidarlo absolutamente todo, y el señor y la señora Johnson recibían orgullosos los agradecidos comentarios de sus invitados acerca de lo deliciosa que había sido la fiesta.
     Cuando todos los invitados se habían marchado ya, el señor y la señora Johnson fumaban juntos un último cigarrillo mientras planeaban la fiesta del siguiente sábado.
     El señor y la señora Johnson subían después a sus habitaciones. Al llegara la puerta de la habitación del señor Johnson, la señora Johnson obsequiaba a su marido con un beso resignado.
     El señor Johnson siempre había sido impotente.
     La señora Johnson siempre lo había sabido.
     La sonrisa de la señora Johnson era tan deliciosa como las fiestas que organizaba todos los sábados.
     Los hijos de la señora Johnson no eran hijos del señor Johnson. Los hijos de la señora Johnson sólo eran incestuosos por parte de madre.
     Los hijos de la señora Johnson lo sabían.
     Los hijos de la señora Johnson esperaban ansiosamente las noches del sábado.





Mercedes Abad, Ligeros libertinajes sabáticos. 1986. Tusquets Editores - Colección Sonrisa Vertical.

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❤ No Ordinary Ⱡὁṿҽ (II)






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Etimología del verbo follar




-Me imaginaba que venía a lo que
todos entienden por FOLLAR!!!



Gregorio Morales en su ya descatalogado libro Antología de la literatura erótica: el juego del viento y la luna¹ hizo un interesante estudio sobre la palabra follar:


     Considero el verbo follar como un pobre término, debido a su destino brillante al principio y malhablado después, al igual que esos imperios que caen en picado tras la más excelsa gloria. Profusamente empleado en la intimidad, ha sido sistemáticamente evitado en público, y sólo hoy comienza a salir de las tinieblas y a pronunciarse con libertad. Eso sí, no sin cierta sofocación, ya que no se ha liberado en absoluto de su tinte obsceno y libidinoso. Por su misma y escueta sonoridad, seguirá probablemente por mucho tiempo condenado a tener un aura intestina. ¡Y, sin embargo, su origen es tan digno! Viene de la palabra latina follicare («soplar», «respirar»), proveniente a su vez de follis («fuelle»). Follicare ha dado en nuestra lengua folgar y holgar, de donde a su vez derivan «juerga» y «huelga». Folgar y holgar, cruzándose probablemente con otras palabras de parecida fonética y significado (así futuere, «joder»), evolucionan a follar, término que Corominas documenta hacia 1905, pero que sin duda es muy anterior.
     En su primitiva acepción, por tanto, folgar u holgar no significan otra cosa que «retozar», «jugar», «estar libre de las ocupaciones habituales».
      Es como lo entiende el cándido gatito del chiste, el cual se topa con un gato mayor que le propone ir a follar; encuentran a dos gatas junto a una fuente, pero cuando se aproximan, éstas huyen; las persiguen, dan una, dos, tres, diez vueltas a la fuente, sin alcanzarlas. El gatito, exhausto, le dice a su amigo: «¡Follo una vuelta más y me voy!»
     Como para el inocente animal, el verbo acotaba en su origen un tiempo de esparcimiento, ajeno a las preocupaciones y consagrado al juego, al recreo de la vista, de los sentidos, de la conversación... No excluía el acto sexual, pero su significado iba más allá de la mera posesión, que es donde hoy día se queda. En la acepción primitiva, lo utilizaba Juan de Timoneda, el cual nos cuenta en El Patrañuelo (1567) cómo estando Celicea con su pretendiente Tancredo, es descubierta por el marido, que la ata a un pilar de la casa; pero una vecina suya llamada Marquina accede a ocupar su lugar y ella


          contenta desatada que fue (...), ató muy bien a Marquina, y
     fuese a holgar con su amante.


     Cervantes también uliliza repetidamente la palabra en El Quijote. Sancho le reprocha a su amo:

          Paréceme, señor mío que todas estas desventuras que estos
     días nos han sucedido, sin duda alguna han sido pena del pecado
     cometido por vuestra merced contra la orden de su caballería,
     no habiendo cumplido el juramento que hizo de no comer pan a
     manteles ni con la reina folgar...


     Lamentablemente, esa atmósfera de gozoso erotismo había comenzado a perderse ya varias décadas atrás, siendo progresivamente sustituida por la más descarnada lascivia o por la sátira culpable y maledicente.
     La carajicomedia (1519), el largo poema que cuenta las correrías de fray Diego Fajardo para enderezar su decaído miembro y que pertenece a la primera de las corrientes citadas (es decir, la que exhibe una descarnada lascivia), define con esta apabullante rotundidad la lujuria:

                    Es la lujuria, do quiera que mora
                    vicio que todos los coños cohonde;
                    entre el pendejo y el culo se esconde,
                    y todos los zumos de pichas devora.
                    Sirve carajos, carajos adora,
                    de pichas ajenas golosa garganta,
                    de grandes cojones jamás no se espanta,
                    come de aquello que l'dan toda hora.


¡Las cosas no pueden estar más claras! Al pan, pan, y al vino, vino. Resulta difícil ahorrarse la evocación de la dicha que todos los niños sienten mentando palabras prohibidas...
     Quevedo, al que hay que adscribir a la segunda de las corrientes hispánicas mencionadas (la sátira maledicente), da la siguiente definición de amor:


                    ¿Consentir que la aparte la camisa?
                    ¿Hallarlo limpio y encajarlo justo?
                    Esto es amor y lo demás es risa.


Dicho de otro modo: ir directo al grano. Nada de


                    ¿rogarla? ¿desdeñarla? ¿amarla? ¿huirme?
                    ¿seguirla? ¿defenderse? ¿asirla? ¿airarse?
                    ¿querer y no querer? ¿dejar tocarse?
                    ¿y a persuasiones mil mostrarse firme?


No, nada de eso, sino «consentir que la aparte la camisa» y «hallarlo limpio y encajarlo justo». Follar, sin escarceos, sin preliminares, sin seducción.
     La famosa escena mítica en que Vulcano es enardecido por Venus, de la que Virgilio, con su habitual elegancia, nos dice que «con sus nevados brazos ciñe blandamente al esposo, que titubea al principio, mas luego de pronto siente en sí el acostumbrado ardor», se convierte para Quevedo en un acto en el que Venus actúa simple y llanamente como «una puta»; nos la describe alzándose impúdicamente la falda, momento en que Vulcano


                    arrojó las tenazas denodado
                    lleno de tizne y del hollín vestido,
                    tentó la hornaza do formó a Cupido,
                    y echó las bragas y el mandil al lado.


Venus lo recibe complaciente:


                    ...al defenderse tuvo manos mancas,
                    por estarlo la puta deseando:
                    Por más que dijo era porquería.
                    Se estuvo queda y alargó las ancas,
                    al ajo y queso de que fue gustando.



    Y aunque, como vemos, Quevedo sigue la máxima de que «han de ser los contentos deseados,/ si no, no dan placer ni valen nada», la culpabilización que hace del disfrute femenino muestra en qué se estaba convirtiendo el otrora cándido, desenfadado y libre erotismo español.
     La palabra holgar, pues, se desviaba de sus orígenes para contaminarse de la lascivia imperante y, con ella, descender hacia lo más secreto. Cada vez aparecerá menos en la literatura, sustituida por múltiples expresiones, la más usual de las cuales, probablemente por su parecido fonético, será fornicar. Su origen hay que buscarlo en los puentes (fornices) bajo los que solían situarse las prostitutas romanas a la espera de clientes. Pero incluso esta palabra lleva en sí, como un reflejo de la otra, algo abyecto, y será fundamentalmente monopolizada por los moralistas para significar la pecaminosa caída que conlleva toda unión sexual.
     En comparación, ¡qué poética se nos antoja la perífrasis china del juego del viento y la luna! Se refiere a lo mismo, pero vuelve al origen del término, haciendo de nuevo alusión a lo lúdico, al recreo, a la naturaleza. De ahí que sintetice, como primitivamente «holgar» o «folgar», cuanto debe conllevar todo verdadero erotismo, el cual se crece en la posibilidad y se disminuye en el acto; o dicho en otras palabras, es directamente proporcional a la atmósfera, a la sugerencia, a la metáfora, a la imaginación, e inversamente proporcional a la fisiología o a la coprolalia.



*** El párrafo que viene a continuación no es de Gregorio Morales, sino la definición del término holgar que extraído del diccionario etimológico de Joan Coromines² :

Holgar ʻdescansarʼ, ʻestar ociosoʼ, h. 1140; ʻdivertirse, disfrutar, alegrarseʼ, med. s. XIV. Antiguamente folgar, palabra común a las tres lenguas romances hispánicas, procedente del lat. tardío FŌLLĬCARE ʻresollar, jadearʼ, ʻser holgado (el calzado, etc.)ʼ, deriv. de FŎLLIS ʻfuelleʼ. Las dos acepciones latinas coincidieron enla primera castellana, por la imagen del caminante que se detiene para tomar aliento en una cuesta, y por comparación del ocio con la holgura de las prendas de vestir.


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¹ Gregorio Morales, Antología de la literatura erótica: el juego del viento y la luna. Madrid, 1998. Espasa Calpe.
² Joan Coromines, Breve diccionario etimológico de la lengua española. Madrid, 2008. Editorial Gredos - RBA Coleccionables. Prólogo de José Antonio Pascual.