BEGOÑA ABAD



Cuando era niña soñaba 
con príncipes azules 
y algún lugar donde perderse. 
Cuando creció tuvo que admitir 
que perderse con príncipes azules 
tenía desventajas, 
así que se inventó otros paraísos 
y fue desgastando la mina 
de un lápiz veloz 
que tachaba lugares perfectos 
y avanzó en el tiempo 
hasta que supo que ya estaba en el paraíso 
que llevaba consigo a cualquier parte. 






Podría haberme emborrachado     
de ansiolíticos potentes     
o de vodka barato.     
Podría haberme enganchado     
a la coca, a las telenovelas     
o al chocolate.     
Podría haberme hecho adicta     
a tus ausencias,     
a tu malquerer, a tu dolor,     
a tu lista de contraindicaciones,     
pero preferí averiguar     
qué eran los dos bultos     
que me nacían en la espalda     
y echarme a volar.     






***Cómo aprender a volar, Olifante Ediciones de Poesía, 2012.
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